NAVIDAD
QUEREMOS COMPARTIR CON USTEDES RELATOS NAVIDEÑOS ( ALGUNOS SON ADAPTACIONES) CON EL SÓLO PROPÓSITO DE QUE EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD, SOLIDARIO Y CARGADO DE AMOR, MÁS ALLÁ DE QUE PROFESEMOS O NO ALGUNA RELIGIÓN , NOS ACOMPAÑE, POR LO MENOS, ESTOS DÍAS...
Sucedió hace mucho, allá
por el 1860, en una comarca en las afueras de
Londres. Para ser más precisos
en un taller de fabricación de velas. Este taller tiene más de 300 años de
antigüedad. Fue fundado por un inmigrante escandinavo, Eduard, quien en su
primer año en Inglaterra, en vísperas del último domingo de Adviento, recibió
en su taller la visita de un Ángel que bendijo una vela y se fue. Eduard, quién
sabe por qué, regalo la vela a alguien que estaba viviendo momentos difíciles y
a los pocos días vio resueltos sus problemas. El hecho, se conoció en la
comarca, como EL MILAGRO DE LA VELA DEL
ÁNGEL. Desde entonces, el hecho se sigue repitiendo. Cada 25 años el ángel
visita el taller y vuelve a suceder lo mismo.
Ahora están a cargo del taller Eduard,
descendiente de aquel inmigrante y Berta, su esposa. Hoy es vísperas del cuarto
domingo de Adviento y, además, el año en que el Ángel debe visitar la comarca.
Esto, que debería llenar de regocijo al matrimonio, los encuentra
apesadumbrados. Es que tienen dos grandes preocupaciones. Por un lado, el hecho
que en los últimos días, gran número de vecinos, casi a escondidas, los han
visitado pidiendo que les regalen la vela que bendiga el Ángel, por que están
pasando momentos difíciles, y ellos saben que es verdad. Por otro lado los
agobia saber que ya son muy ancianos y sin descendencia. El único hijo que
tuvieron fallecido hace mucho junto a su esposa, dejándoles una nietita que
ellos criaron, y que este año, en el mes de mayo se fue a Londres, sin dar
explicaciones y cuyo paradero desconocen. Por lo tanto, están seguros que ésta
será la última visita del Ángel al pueblo.
Al
llegar el anochecer, se los puede ver fabricando las 30 velas que al día
siguiente donarán al templo para los oficios de Navidad, como ya es tradición
en la familia.
Cuando
terminan, cenan y se van a dormir. A las pocas horas, como era de esperar,
llega el Ángel iluminándolo todo con su presencia. Toca una de vela, la bendice
y se va, dejando todo de nuevo en la más absoluta oscuridad.
Eduard
se levanta para recogerla, pero tropieza, cae y arrastra el tendero donde las
velas estaban oreándose. Se desparraman por el suelo, y en la oscuridad es
imposible encontrar la que fue bendecida. Los dos se desesperan, Berta llora y
no saben qué hacer. Finalmente se calman y deciden guardarlas en un canasto,
porque entre ellas está la que el ángel bendijo. Al día siguiente llevarán al
templo velas de las que ya hay en el taller…
Al
regresar de la celebración empiezan a recibir la visita de los vecinos
necesitados que van a pedir que se les regale la vela del Ángel. Se los ve ¡tan
preocupados!... Los esposos, sin haberlo hablado, comienzan a entregar las
velas del canasto y los ven partir sonrientes y esperanzados.
Por la
noche, mientras cenan, se preguntan si han procedido bien. Si es correcto
sembrar tantas ilusiones, sabiendo que sólo una es la vela que obrará el
milagro…
Miran entonces la canasta y ven que ha quedado
una vela. Sin saber bien por qué, Eduard la enciende. Los dos se arrodillan y
rezan con mucho fervor, pidiendo por sus problemas y los de toda la comunidad.
………………Llega
así el 24 de diciembre, la comunidad toda se reúne en el templo para recibir con
cánticos la llegada del Niño.
Al
finalizar la homilía de la celebración previa, el reverendo invita a que se
ponga de pie aquél que ha sido beneficiado este año con el MILAGRO DE LA
VELA DEL ÁNGEL. Y es entonces, cuando para
asombro de todos son…29 las personas que se levantan. Unos a otros se miran sin
comprender… También lo hacen Eduard y Berta.
Pero, sin embargo, cada uno de ellos
relata la dificultad que atravesaban y como en estos días vieron resuelta la
situación. Entonces, Eduard se siento obligado a ponerse de pie y explicar lo
sucedido. Es en ese momento cuando todos, incluido el reverendo, comprenden que
el poder no está en la vela, sino en la fe que cada uno posea.
Y los
cánticos están por comenzar, pues no falta nada para las 12, la puerta del
templo se abre de golpe. Y un cochero pide ayuda: afuera se ha desatado una
terrible tormenta de viento, su carruaje volcó y no puede encontrar a la única
pasajera que traía, una joven madre con su hijito de días en brazos.
Todos
salen a ayudar, pero el fuerte viento apaga las velas y la oscuridad es
absoluta. Entonces, alguien grita:-¡Enciendan las velas del Milagro!-
Todos
lo hacen: esas 29 velas iluminan más que 100 antorchas. Ni el viento ni las
primeras gotas de agua que han comenzado a caer logran apagarlas.
Así
resulta fácil hallarla: está acurrucada a la entrada con su bebé en brazos,
protegido entre sus abrigos. El niño se encuentra bien, pero la madre está casi
desvanecida de frío. Los trasladan a la casa de Eduard que es la más próxima. Alguien
se hace cargo del niño… A la madre la abrigan con frazadas y la ubican cerca de
los leños encendidos. Mientras, Berta prepara un té cargado al que le agrega algún
chorrito de wisky. Se lo lleva a la joven, y en tanto, con tono maternal le
explica que el hijito está bien, que ella con ese té se va a sentir
reconfortada por dentro y por fuera… Al tiempo que habla, le va quitando la
chalina que prácticamente le cubre la cara… y cuando termina de hacerlo todos
ahogan un grito… La joven es la nieta que se fue en mayo y ahora regresa con un
niñito al que ha bautizado con el nombre de Eduard y al que habrá que enseñarle
el oficio de fabricar velas…La vela número 30, también obró su milagro.
Dicen
que en esa comarca, cada 25 años se sigue repitiendo la historia.
Dicen
los que saben mucho que en realidad el milagro se produce en cualquier lugar
del mundo…y aseguran, que en realidad no hace falta profesar una religión para
que se produzca. Sólo es necesario saber que cada uno lleva dentro suyo una
vela que es necesario encender y proteger siempre, porque ella es la que nos
alumbrará a lo largo de toda nuestra vida. Aún en las noches oscuras y
tormentosas.
Y
dicen los que saben mucho más todavía, que seguramente son los más ancianos,
que sólo el que ha comprendido esto, tiene derecho a tomar la mano del que está
a su lado, mirarlo a los ojos y decirle:
¡FELIZ
NAVIDAD, HERMANO! ¡FELIZ NAVIDAD!!!!!!
ADAPTACIÓN DE "LA VELA DE NAVIDAD" de MAX LUCADO
¡Qué bonito Liliana! Acabo de descubrir tu blog. Me parece estupendo y me gustaría poder seguir de cerca tus publicaciones, pero no veo la pestañita de los seguidores para poder seguirlo de cerca. ¡Me encantan los cuentos y el trabajo tan extraordinario que hacéis!
ResponderEliminarSoy Pilar Argés García, somos amigas en facebook y también tengo un blog dedicado a la literatura infantil y la creación literaria. http://tejiendocuentos12.blogspot.com
Y otro de educación http://educarges.blogspot.com
por si los quieres conocer
Un abrazo