domingo, 1 de julio de 2012

PARA QUE SEPAS MÁS DE NUESTRO TALLER...



TE CUENTO QUE NO SÓLO LEEMOS, ANALIZAMOS TEXTOS . TAMBIÉN NOS ANIMAMOS A PRODUCIR EN FORMA ORAL Y ESCRITA NUESTRAS HISTORIAS.


TE INVITO A COMPARTIR ALGUNAS...

                                                ¿Por qué no?

  Atardecer de otoño. Llegó a la estación suburbana... Subió al tren con premura. Deseaba salir de allí cuanto antes. Mucho le había costado tomar la decisión y ahora sentía la necesidad de poner distancia también de espacio físico. Se sentó junto a la ventanilla sin pensarlo. En un rato más, las luces del atardecer darían de lleno en su joven rostro. Miró el horizonte... El cielo rojizo, las nubes tornasoladas, los últimos campos que visualizó la calmaron.Sintió el vaivén como un arrullo... Sí. ¡Qué bien hizo en decidirse!
 -¿Cómo no lo hice antes? ¿Cómo?- se preguntó- Fue tan sencillo...
 A medida que avanzaba el tren, sus facciones iban recobrando la calma; sus ojos oscuros, antes inquietos, ahora tenían un resplandor distinto...un brillo especial Sus manos tersas y pequeñas se aflojaron sobre su falda con total despreocupación. Se dejó llevar por el sonido monótono de las ruedas sobre los rieles y casi abandonó la vigilia. Entrecerró sus ojos y una nueva paz la invadió...¡Hacía tanto que no estaba en ese estado!
 Cuando el tren detuvo su marcha , su mirada indagó el lugar. Aún no había llegado a su destino. Al reanudar la marcha, tuvo un impulso sorprendente en ella: antes de ir a su casa quería pasear por las calles de la próxima población. Ver otras caras, otros comercios,otro paisaje urbano...algo distinto.

 Salió de la estación y caminó hacia las luces que en cantidad emergían titilantes, inquietas y llamadoras...invitando a compartir sensaciones. Era el lugar ideal para su estado de ánimo: un centro de compras, uno más de los tantos que se ven útimamente.No era su intención comprar: sólo mirar, oír, sentir...
 Con paso firme y espíritu abierto ingresó al lugar. Los comercios lucían sus galas otoñales: hojas con variados tonos desde el amarillo al cobre, luces multicolores, carteles resplandecientes... Prestó atención a los sonidos: por aquí, voces de niños impacientes; por allá una música; cercano, un murmullo de amigas parlanchinas... Fue  hacia la escalera mecánica. ¡Cómo le gustaba subir y bajar cuando era niña! Recordó a su madre, a sus primas. 'Qué bien se sentía! Experimentaba placer, como hacía tiempo no lo sentía. al llegar arriba, aromas agradables la recibieron...El café lo percibió enseguida, al girar la cabeza de enrulados cabellos castaños, detectó el inconfundible dulzor del chocolate,,,¡Esto era un lujo para los sentidos! Mesas con parejas, reuniones de mujeres elegantes, madres jóvenes con sus hijos primorosos, helados servidos, copas chispeantes...Tomaría un café cortado, tal vez con alguna masa desbordante de crema... Su semblante se iluminó al pensarlo. Se sentía feliz, tranquila, esperanzada. Eligió una mesa pequeña que tenía una rosa en su diminuto florero. Se sentó pausadamente, acomodó la cartera sobre su regazo, con delicadeza olió la flor y tuvo na sensación extraña...Levantó la mirada y se encontró con otra que la observaba con deleite. Era un hombre joven y apuesto...Un escalofrío casi imperceptible le recorrió la espalda...
  -No...No puede ser... - se dijo sorprendida al darse cuenta de su emoción. Y una pregunta le surgió desde el fondo de su corazón:
  -¿No? ¿Por qué no?
                                                         NORMA LABARTA

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